miércoles, 9 de septiembre de 2009

Una despedida

Amiga, yo le dejo la vida
y no quiero la esperanza,
esa no la resucita
ni siquiera las palabras.
Le dejo los años buenos,
repletos de tardes,
de sentarnos en los patios
contemplando grises calles.
le dejo, amiga mía,
su montaña de reproches,
las noches en vigilia,
el miedo a su rose
y de amanecer aún viva.
No es que él sea malo:
yo no lo supe entender,
apartó de mi cuerpo
los dardos...
pero me hirió sin saber.
Que se quede, amiga
con mi fiebre de mujer,
con mi inocencia marchita,
que él se tatuó en la piel.
Amiga, le dejo momentos
y sus besos secos de amor
le dejo todo, pero los sueños...
¡Esos me los llevo yo!